cuaderno de bitácora miércoles 16 de abril
Qué maldito dolor!
Qué dolor me da la gente, sus gritos, sus carreras, sus risas.
Como me duele la maldita vida!
Como me puede doler tanto el alma por Dios!
Cuánto te echo de menos amor mío!
Y qué ganas tengo de que me exploró de la puta cabeza.
De que termine todo de una puñetera vez.
De dejar de sufrir, de dejar de llorar, de dejar de vivir.
Hoy he ido a que me pusieran una inyección para el dolor de espalda.
Y lo peor de todo es que no me siento mejor porque al llegar no estabas.
Y siempre que llegaba al verte mejoraba todo.
Solo con escucharte trastear en cualquier lado ya me hacías feliz.
Mi pequeño bichito, siempre entretenida con algo.
Hoy amor mío me ha costado mucho ir y volver del médico.
Ya me venía cuando me encontré a Fermín yendo para la consulta.
Y no me dejó marchar hasta que me arrancó de nuevo el dolor del alma.
Sabe dónde tocar el tío, porque cada vez que voy le gasto un rollo de papel.
Hoy me ha preguntado si a ti te parecería bien que yo esté pensando en morir.
Y no supe qué contestarle, porque cuando tiramos la toalla contigo,
Era algo que ya lo teníamos muy hablado. Nada de sufrimiento.
Y sabíamos que la puñetera enfermedad acabaría ganando,
Por mucho que luchásemos contra ella sabíamos que nos ganaría.
Jugábamos las cartas de su propia baraja, y nos avisó varias veces.
Era cuestión de tiempo y el tiempo se terminó.
Yo no quiero vivir en este mundo sin ti.
No me gusta tener que dejar la tele o algo puesto porque no escucho tu trasteo,
Y a veces pregunto si quieres que te traiga algo de la cocina.
Después me derrumbo en un mar de lágrimas y ese maldito dolor en el pecho.
Hoy mi vida te escribo a ti, por si hay suerte y puede ser escucharme.
Me araña el amor. Me araña por dentro. Me sube desde las tripas hasta la garganta.
Y por más que lo intento soy incapaz de dejar de llorar.
Porque lo que más me duele es el silencio de no tenerte al lado.
Sigo sin tener hambre y sigo sin comer. Sé que no te gustaría si estuvieras aquí.
Pero qué le voy a hacer? Si no sale de mí quererme alimentar.
Hoy Fermín me ha dado mucha caña, y por primera vez he notado el martilleo en la cabeza.
Aquel maldito martilleo que en su momento tú conseguiste que callase.
Siento que cada vez que voy profundiza más pero también me duele más.
Y si ya voy triste cuando voy camino del consultorio,
Cuando vengo de vuelta vengo pensando que no quiero estar aquí.
Que no pinto nada en estas calles, en esta casa, en este silencio.
Hoy he ido a la farmacia a recoger medicamentos más fuertes,
Y estaba la chiquilla esta creo que se llamaba Natalia,
Me pregunto cómo iba y yo no pude contestar.
Subió el arañazo desde las tripas a la garganta y casi me derrumbo allí.
Y luego salgo de la farmacia buscándote al lado del banco,
Como cada vez que íbamos a por la carga mensual.
Y en ese rinconcito no está tu silla ni tú.
Jamás me ha parecido tan pequeño ese rinconcito.
Cuando he llegado a casa solo he podido sentarme a tu lado y llorar.
Y así he estado no lo sé, un par de horas o más,
Preguntándote qué puedo hacer si no encuentro motivo.
No hay nada por lo que preguntarse si es mejor quedarse.
Sé que esto es parte del duelo y que todo el mundo pasa por algo parecido.
Y también sé que ahora mismo estoy dolido y deprimido.
Ambas cosas se van de la mano a corretear por mi cabeza sin dejar de hacer ruido,
Y yo solo quiero que callen y paren, para poder escuchar a ver si te oigo trastear.
Joder amor mío! Lo bonito que es vivir enamorado y lo que duele perderlo.
Y te tengo aquí a mi lado, y dentro de mi cabeza, y en mi alma.
Pero daría mi brazo izquierdo por sentir un abrazo tuyo.
Y el derecho para poder olerte otra vez.
Hoy no ha sido un buen día amor mío.
Y aunque hemos tenido buenas noticias del fondo de ayuda que nos lo han concedido,
Porque claro, evidentemente yo me quedo sin nada para poder pagar el piso.
Y tendría que ser una noticia alegre, y que trajera un poco de paz.
Pero es que este piso me come. De devora su silencio.
Y tampoco podemos buscar otra cosa porque, dónde hay algo más barato?
Hoy le he dicho a Fermín que busque alguien que se merezca tu silla.
Y que la donaríamos de manera anónima.
Porque creemos que lo mismo que sirvió para nosotros,
Y que te dio un poco de libertad para poder moverte por ti misma,
Tiene que haber alguien que la necesite como nosotros.
Y me ha prometido que haría por buscar la persona idónea.
Y no me preguntes por qué, pero no me hizo sentirme mejor.
Y todavía no he llamado al almacén de Cáritas para que vengan a recoger tu ropa.
Entiéndeme, se me hace muy difícil todavía.
Y me he quedado con tu chaquetita azul, para mí.
Cuando la cuelgo de llegar desde la calle,
Es como si lo hiciera cuando tu me la dabas.
Y verla colgada ahí en el perchero evita que me vuelva loco.
Y tú sabes lo que estoy luchando para que eso no sea así.
Hoy el cuaderno de bitácora está empapado de lágrimas,
Me perdone quien lo lea por dedicarlo a dialogar con mi otra mitad.
Pero es que hoy necesito conectar con el otro lado.
Y preguntarte bichito, qué hago? Cómo puedo seguir sin ti?
Dónde está la fórmula mágica que arranca el dolor del alma,
Y que te permite levantarte cada mañana de la cama pensando hoy merece la pena levantarse.
Cómo puedo intentar siquiera seguir para adelante,
Si te busco con mi mano en tu lado de la cama y no encuentro tu calor.
Y aunque a veces creo sentirte, sentir tu energía intentando calmarme,
Ese maldito martilleo de la cabeza me despista.
Y cuando creo que eras tú la que susurrabas,
Tan despistado me tiene que ya lo sé si lo he soñado.
Te necesito amor mío,
Si puedes escucharme,
Ayúdame a llegar a ti.
Háblame cuando el ruido cese.
Te quiero mi amor.