el cuaderno de bitácora jueves diecisiete de abril
Hoy me encuentro en un punto que algunos psiquiatras llaman cómo el de la culpabilidad en una estación de duelo. Y es que no hago más que darle vueltas a la sensación de que tal vez debería de haber llamado antes al hijo de mi pareja, cuando todavía la apatía le dejaba negar con palabras la comida que yo le ofrecía.
Algo dentro de mí me decía que el momento estaba ahí y que había que tomar la determinación, y me siento culpable por haber mantenido mis esperanzas un par de días más. Ya cuando llamé entre el tiempo que tardo en llegar de un lado donde vive a dónde estaba mi bichito ingresada pasó un tiempo crucial. Tiempo que creo que si hubiera sido dedicado al menos a un abrazo consciente, a una risa a un beso con la consciencia plena, tal vez mi bichito se hubiera ido más feliz.
Me ronda en mi cabeza una y otra vez la idea. En mi fuero interno sé que no cometí en ningún error, porque esperé hasta el momento en el que la doctora me dijo que sería conveniente avisar a la familia, pero yo ya tenía ese convencimiento dos días antes. Y durante esos dos días cada vez que entraba en la habitación la veía sentada apoyada en la mesa mirando el vacío, pensando seguramente que ese es el mejor momento para despedirse, y yo no sé si no supe leer entre líneas, si fui egoísta, o sí tenía tanto miedo que no quería que se fuera, que tal vez pensé que de esa manera se quedaría más tiempo conmigo.
Hables con quien hables todo el mundo te dirá que hiciste lo correcto. Tanto sanitarios como personas que hayan pasado por el mismo proceso que tú, tendrán las mismas palabras más que de ánimo y consuelo que de convencimiento. Porque creo que en ese momento todos somos conscientes, de que la decisión que vamos a tomar es la más dolorosa de nuestra vida. Y a mí entró un terror que me bloqueó.
No sé si mi niña me escuchará desde el otro lado. No con esto quiero pedirle perdón porque si no lo hice bien, la hice sufrir, y por todo lo que la amo , no me perdono si la hice sufrir aunque sea una vez en la vida. Pero no sé si estuviera otra vez en el mismo momento si no habría actuado de forma idéntica.
Pues todo sé que es consecuencia de las vueltas que le estoy dando, a las palabras que me dijo el médico el otro día, sobre si yo creería o no que Chary querría para mí el final que yo estoy deseando tener, puesto que ella parecía que me amaba a mí tanto como yo a ella, pero qué ocurrió durante esos dos días? Ella era consciente de mi terror? Ella habría llamado antes a la familia por si acaso?
Supongo que sí. Ella era mil veces mejor mejor persona que yo. Ella tenía muy claro el camino de la vida y había aceptado aunque de mala gana cuál iba a ser su final. No obstante su padre ya padeció lo mismo y su hermano murió también del enfisema. Ella lo que no quería era sufrir y no sé si la hice sufrir al final al no hacer caso a mi sexto sentido.
Y la duda me recome cada hora de cada día desde que hablé con mi médico, ese maldito dolor y esa maldita sensación de culpabilidad, de haberlas tal vez legado al menos un par de días de felicidad plena, mientras todavía era consciente. Eso me está matando.
Supongo que a medida que vayan llegando los otros procesos de el duelo, me harán sentir cada uno su marca de hierro candente, que me dejara la señal permanente como la culpabilidad está haciendo ahora. Ese mismo día pedí a mi médico que comenzara con los trámites de la eutanasia para mí. No sé si por eso me dio tanta caña y creó dentro de mi cabeza tal descontrol de dudas incertidumbres y dolor.
No lo sé. Es algo que le preguntaré el martes cuando vaya a ponerme la otra inyección para la mierda de la ciática.
Investigue sobre lo de la eutanasia, porque mi mayor deseo es dejar lo máximo posible para que sea aprovechado. Sempre he creído en eso. Siempre he sido donante de órganos, y después de semana Santa cuando hablé con mi notaría lo dejaré todo bien claro y bien atado, porque uno de mis mayores problemas, y que mi bichito me ayudaba tanto es que se me aturullan los papeles, me lío con lo que tengo que poner y con lo que no, me pongo nervioso y acabo cagándola la mayor de las veces. Por eso he buscado a un profesional que me ayude lo que mi mujer ya no pueda ayudarme.
Como dije investigué sobre la eutanasia, y los procesos que hay que seguir para que los distintos tribunales te tomen en consideración lo primero,y que después de valorarte no te rechacen al menos diecisiete mil veces. Todo lo tengo en contra. Soy una persona que convive con dolor pero sana, ese dolor no es terminal. Tengo una enorme depresión pero tampoco las depresiones son terminales. Y no encuentro ninguna forma legal de qué se me pudiera administrar la eutanasia, porque para ellos es necesario la muerte cerebral. Y que se produzca a ser posible en el quirófano para poder ser utilizado todo lo que se pueda de la mejor manera.
Por eso también me temo que dejándome morir de hambre tampoco lo estoy haciendo bien. Y es que ese es el sino de mi vida. Parece ser que nada consigo hacerlo bien.
Sé que mucha gente estaréis leando leyendo esto y pensando, ojalá yo tuviera la suerte de tener solo una depresión o un par de hernias de disco, daría mi vida por tener solamente esos pequeños problemas. Lo entiendo. Comprendo que para muchas personas esto no es nada. También hay otras mucha gente que te dice lo contrario tras pasar esto o estando en el mismo agujero y como yo no ven otro camino.
Pero yo me quiero ir bien.
Quiero cruzar ese túnel y llegar a ese otro mundo al que mi mujer una vez me llevo, y en el que fuimos tan felices que no queríamos salir de allí. Aquel túnel y ese paraíso tienen nombre, pero permitidme que me lo guarde para mí.
Me llega la imagen de cuando llegamos por primera vez. La sonrisa de aquella maravillosa mujer que dibujó en su preciosa cara, tras salir de la oscuridad de aquel túnel, a la luz de aquella naturaleza tan explosiva, y sus palabras "_Sabía que te iba a gustar" me ofrecieron en bandeja, la esperanza de darme una nueva vida feliz y plena.
En este caso no es algo metafórico. El lugar existe y ese paraíso también. Y una de las cosas que tengo que dejar claras por escrito, es que nuestros restos se unifiquen en uno solo y sean depositados en ese paraíso, y que gracias a la verdadera amistad, ya puedo decir con orgullo y con amor que podrá ser llevado a cabo.
Mi bichito siempre compartió su sexto sentido conmigo. Por eso me duele tanto, que a lo mejor cometí el error de no aprovechar esos dos últimos días, y llevarle a lo que más quería por encima de mí, en ese momento que todavía era consciente de lo que era un abrazo y un beso.
Lo siento mucho amor mío, tenía que haberme dejado llevar por mi sexto sentido, ese que tú y yo hablamos tantas veces y que nunca me ha fallado. Solo que esta vez yo quería que fallara y no lo hizo.
Perdón mi amor. Perdón.