La lucha contra el insomnio
Hoy es jueves 10 de abril son las catorce y cuarenta y ocho horas.
Me encuentro acostado, porque lo del esfuerzo de ayer me sigue pasando factura, y además hoy es un día aparte de lo agotado que estoy,bastante difícil por culpa del dolor de mi espalda.
Anoche tuve problemas para poder dormir, porque siempre tengo problemas para dormir.
Supongo que será porque durante tantos años he estado pendiente de cada tos y de cada movimiento, que eso te hace dormir con un ojo abierto como se dice habitualmente.
Todo eso unido a una agitación bastante contundente psicológicamente, decidí aportar unos cuantos miligramos más al lorazepam, al lormetazepam y dado que también estoy con ese Tramadol bestia que no recuerdo nunca su nombre y me hace caer de una manera bestial como si estuviera casi en coma.
Pero mi cerebro que es así, sigue activado en el modo cuidador y a veces siento algo, un ruido, una voz, oigo o imagino una tos, un algo que me recuerda, y automáticamente salto como un resorte y me despierto. Pero además me despierto al ciento cincuenta por ciento. Es decir más activo que si me hubiera tomado cuarenta y siete cafés.
Es entonces cuando llega el momento de la pelea. Ahora tengo que luchar por relajarme.
No quiero tomar más medicación, porque sé que al día siguiente voy a estar hecho (pues como hoy, una mierda), pero cuando ya son dos o tres horas la lucha y cada vez vas a peor, porque el estado de ansiedad va en aumento y notas como se te va cerrando la garganta, como la congoja se va apoderando de ti, como en ese momento de desesperación estás a punto de tomar cualquier camino, buscas y necesitas que algo calle esas voces y que pare ese run run continuado del cerebro que no para y no para y no para.
Ayer volví a tomarme otro par o tres de relajantes. No lo sé muy bien porque cuando llega ese momento coges a puñado y dices venga a dormir o lo que sea.
Sabes que no te has pasado con la dosis porque has tomado pequeñas cantidades en tu mano, sabes de sobra que para llegar a una sobredosis de lo que sea que tomes hay que superar una serie de gramos por peso.
Lo sabes porque lo has analizado y lo has estudiado a conciencia desde hace unos cuantos años, y aunque durante estos 24 años que llevábamos juntos no había vuelto a pensar en ello, lo que se estudia, y a conciencia, no se olvida. Y el recuerdo está ahí.
Así que de manera involuntaria sabes que la dosis, la pequeña dosis que te vas a tomar por segunda vez esta noche, te va a hacer dormir. Puede que no más de ocho horas, pero que te va a desconectar el cerebro seguro.
Aunque tengo que decir que nunca se me llega a desconectar del todo. Yo tengo sueños, pesadillas, recuerdos mezclados, imágenes a veces recurrentes, a veces de estas imposibles, que me van asaltando durante el tiempo que me dura el sueño, y aunque a veces como ayer tome dosis un poco superiores para poder descansar, cuando me levanto bueno cuando me despierto, tengo pequeños o grandes ramalazos de ese esos sueños que he tenido a lo largo de la noche.
Por supuesto ni que decir tiene que del descanso nanai, pero he dormido.
Hoy me lo voy a tomar con calma, supongo que será uno de esos días sin pena ni gloria con sus más y sus menos pero sin productividad ninguna, pero me da igual.
Gracias por haber llegado hasta aquí a leerme.