cuaderno de bitácora domingo cuatro de mayo dos mil veinticinco
Hola amor mío.
Hoy es domingo, me como casi todos los fines de semana, un día maldito para mi cabeza.
He dormido mal y he pensado mucho. Y desee desde que no estás aquí sujetándome las riendas, la cabeza cada vez va tomando más importancia de la que debe.
Hoy he intentado entretenerme limpiando el baño, ya sabes de manera casi obsesiva, y aunque intenta hacerlo como en algunos otros vídeos que veo para conseguir un equilibrio un tanto zen en tu propia casa y en tu propia vida, no puedo separar la cabeza del cuerpo, e intentar que la situación se me traduzca en algo cuanto menos no agradable pero si relajante. Y no es posible.
Han pasado muy pocas cosas desde que te fuiste. Pocas nuevas. Y ninguna de importancia. Ya sabes como son mis planes descabellados y absurdos, y como me muevo más por impulso y amor que por sentido común, a veces pasa con la noche que a las cinco de la tarde estoy medio dormido, y a las cinco de la mañana estoy delante de un lienzo.
Ya no tengo orden ni concierto. Ya no sé qué hacer con mi vida, aunque mis planes solamente sean a corto plazo, son lo único que tengo. Y te juro que me gustaría pensar un poco más a largo plazo, tener un poco más de esperanza, simplemente me apetecería a veces sentir que vivir merece la pena por algo.
Y mira que la vida ahora mismo a mi personalmente, única y exclusivamente de manera física, me va respetando. Otra cosa es el proceso mental, que ese sí que va cada vez devaluando más la capacidad, el uso, y el disfrute de mi cerebro.
Se va llegando el día en el que tú y yo nos dirijamos el dirección sin límite. Porque siempre se nos ha dado muy bien salir sin mirar a dónde. Y esta vez quiero hacerlo de la misma manera. Tú y yo contra el resto del mundo.
He pensado a lo largo de de toda esta maldita noche, que no sería una buena compañía para otro compañero peludo. También he meditado bastante sobre la oportunidad que me han ofrecido de aislarme en un lugar donde mis gastos sean los mínimos, por lo menos hasta encontrar una vida que merezca la pena vivir. Pero se me vienen a la cabeza tantas imágenes de aquella casa maldita, que se fue comiendo poco a poco tú salud, solo porque no teníamos donde caernos muertos, que aunque sé que en este caso, no hay que caminar seis kilómetros para encontrar un vecino, no tengo deseos de volverme a meter en la cueva.
Pero por otro lado que oportunidades tengo??
No sé qué hacer con la vida. No sé que hacer con la depresión. Por un lado mis cartas son una mierda, y por otro hace tiempo que me levantes de la mesa abandonando la partida.
Lo único que me vendría bien y mal es verme como me veo aquí, el mundo a la altura de una pantalla, y sin necesidad ni ganas de darle al botón de encendido.
Hoy me ha llegado el cable con el que se supone que debo de conectar mi cepaba a la batería del coche. Supuestamente con esas cosas el sueño sería reparador o por lo menos tan reparador como lo es aquí en casa. No sé qué hacer cariño.
No sé qué hacer.
Por un momento la semana que viene es decir mañana si puedo, volveré a coger cita con la notaría para pasarles los documentos que me ha mandado oscar y Aurora, probablemente nos reunamos durante un rato para poder leerla la vaina de lo del testamento vital, intentaré enterarme de todo aunque ya sabes que soy pura para los papeles maldito cero a la izquierda.
También les daré una segunda oportunidad a la Cruz roja tal y como te comenté ayer, eso no ha variado. Me acercaré a Cruz roja Huesca para poder hablar con el departamento que nos prestó la silla te acuerdas? Tal vez de esta manera podamos agradecerle un poco al karma la tranquilidad que nos supuso que te pudieras mover un poco mejor.
Primero se lo comunicaré por correo electrónico Ana y a ver, porque porque si ellos no tienen a nadie a quien poder será facilitar ahora tampoco quiero que esté cogiendo polvo ahí en cualquier lado, y es más fácil que encuentre un usuario en una ciudad grande que en una pequeña. Pero quiero que Ana sepa que esto sigue siendo parte de mi proceso de limpieza mental.
En fin amor, que no tengo nada más que contarte, porque el nudo se me hace la garganta y no puedo hablar. Desde qué desde que te fuiste, no puedo dejar de llorar un solo día. No porque crea que estás peor ahí donde estés, sino porque te echo mucho de menos. Porque tú y yo hacíamos uno, probablemente uno con muchas taras, pero ahora yo no consigo llenar ni la mitad de la jarra.
Te quiero mucho vida mía. Te quiero más cada día y te echo más de menos cada momento.
Estoy deseando vivir nuestra próxima aventura, y sacar conclusiones de lo vivido. Porque ahora mismo todo lo que tengo como conclusión, es cerrar la puerta y marcharme a buscarte. De esta manera les haré tiempo a todos los que me lo piden, para intentar centrar mi cabeza y sobre todo para calmar su propia preocupación.
Luego lo que tenga que hacer será.
Hasta mañana amiga mía. Hasta mañana bichito. Hasta mañana amor de mi vida.