cuaderno de bitácora el lunes 5 de mayo del 2025
Son las diecisiete treinta y cinco, y aún no he comido nada.
Curioso esto de la medicación, como lo aprendizó nace adueña de tus necesidades físicas e intenta forzar una alimentación porque ve que tu cuerpo lo necesita.
Sin embargo después de de toda la mañana limpiando y recogiendo cosas, intentando ponerme en contacto con personas con las que se supone ya había quedado para enviarles ciertos productos de donación, pues hoy cariño mío, lo que aquella entidad era a la que dediqué muchos años mucho esfuerzo,, lágrimas, aquellos ha quedado nada.
Dejaron de atender heridos en la carretera para hacerse con el mercado de la sangre, y con el pretexto de un kilo de oro al año, se ha mantenido de la cresta de la ola durante demasiado tiempo. Tanto que la ola ya se ha secado.
Una entidad que solamente servía porque esa era su misión. Una entidad que sacaba de cada uno la vocación y la predisposición única y exclusivamente por la ayuda a un ser humano. Para muchos supuso el comienzo de una bonita carrera sanitaria, para otros como yo una pedrada en la cabeza.
Esa entidad de la que hablo es Cruz roja de España. Que ya en su momento me la jugó de la peor manera y de la forma más vil y rastrera que se puede utilizar a un joven militar, que lo único que quería por encima de todo era ayudar a la gente.
Pero todo aquello pasó y aunque yo no olvido porque lo injusto no se debe de olvidar nunca, he ido viendo como el elefante aquel de marfil se ha ido transformando cada vez más en una especie de lodo impenetrable y hediondo, que más que para ayudar a las personas pareciera que estuvieran única y exclusivamente para cobrarles la sangre que le sacan a los donantes.
Años atrás eran magnífica sus actuaciones. Sus rescates en carretera incluidos los más peligrosos no los llegaban a hacer los bomberos, ya que aquel cuerpo estaba mucho mejor preparado para casos como ese. Y que me dices de color roja del mar, que en cualquier situación en la que nadie en su sano juicio saldría a la mar, ellos con una zodiac una cruz roja en una camiseta blanca, mucha determinación y entrenamiento, se lanzaban a la boca del monstruo única y exclusivamente para salvar a las personas. Porque para todos los que pertenecíamos a uno o a otro gremio todos éramos seres humanos.
No había ningún tipo de diferenciación ni en color de piel, ni en sexo, estatus social... Era un sueño y un orgullo pertenecer a la Cruz roja de España en la época en la que yo pasé mi voluntariado militar.
Pero como he dicho a aquello empezó a cambiar con la misma velocidad que un tsunami acaba arrasando cualquier tipo de costa. Los intereses económicos la facilidad de meter mano en bolsillos llenos de dinero, que esa falta de regulación, esa cueva de ladrones. En esa ha terminado todo. En un lugar donde te siguen pidiendo que seas voluntario, para cubrir puestos en los que generalmente hay personal muy poco cualificado.
O para aparentar en cualquier fiesta o partido de fútbol.
Ya no se salva la carretera a salvar a la gente entre los restos de sus vehículos. Ya nadie se prepara para eso. Ya no hay orgullo ni dedicación.
Por eso no me ha extrañado que al llamar esta mañana para ceder gratuitamente la silla eléctrica que tanto le sirvió en vida a mi amada, y tanta libertad de movimiento le dio como independencia personal, que nosotros tontos, creímos que podíamos donarla para que alguien que verdaderamente la necesitara, la pudiera usar y sentirse de nuevo persona.
Pero ya no hay seres humanos en cruz roja. Ya no se reparan, no se prestan, no se cobran, no se cubren, las necesidades de las personas con movilidad reducida a través de Cruz roja.
Curiosamente la persona que me atendió me dijo que a lo mejor un cruz blanca o en Cáritas o en alguna ONG en particular que yo encontrase... Vamos que no me dio ningún dato fiable porque ni ellos mismos saben que hacen ahí ya.
Una pena que yo tenga que utilizar las redes sociales y mi blog personal para algo como esto. Una lástima que tenga que molestar a personas que tienen también sus propios problemas pero que se enfrentan a situaciones como esta de cara y luchando por una humanidad un poco más humana, tengan que prestarme su tiempo para poder llegar a esa persona que a lo mejor no tiene posibilidades ni de acercarse a una de ruedas.
Es cansado esto es una pelea contracorriente que en ocasiones hace bajar los brazos, porque ves que el elefante moribundo y nauseabundo está podrido por dentro de una punzoña imposible de curar. Gente de los servicios sociales, que dedican prácticamente las veinticuatro horas del día en intentar solucionar este tipo de problemas, gente de entidades como Cáritas, los propios médicos de la seguridad social que ya de por sí están más que hartos del maltrato al que les están sometiendo, esas personas, junto a ti que me estás leyendo y que vas a hacer que esta lectura llegue era a otras personas, sois los únicos seres humanos, que podéis sentiros como tal. Porque vosotros preguntaréis. Indagaréis y os informaréis, bien de alguien de vuestro pueblo, barrio o ciudad.
Vosotros los que estáis al pie de calle sabéis quién lo está pasando verdaderamente mal, quién necesita una silla eléctrica para poder moverse y sentirse de nuevo un ser humano. También conocéis aquellos que solamente buscan el dinero. Gente sin escrúpulos que les importa lo mismo vender unas silla eléctrica que un recogedor de pelo.
Por favor. Intentar ser diferentes. Intentar ser seres humanos, ya que a lo largo de los días y a lo largo de las semanas siempre hay gente que están intentando convenceros de lo contrario, no os dejéis mangonear.
Ayúdame a ayudar a alguien que verdaderamente lo necesite. Ayúdame a sentirte orgulloso como ser humano. Ayúdame a no ver más tiempo esta silla cogiendo polvo en una esquina, porque mi mujer ya no la necesita. Ella disfrutó mucho de la pequeña libertad que le daba ese motor y esas seis velocidades. Ella se acercaba a donde quería a coger lo que necesitaba. Y eso la hacía más humana.
Así que por favor, con las lágrimas en los ojos os lo pido, dame un poco de vuestro sentido común y de vuestra versión más humana, mostrarme quien necesita de verdad un medio de transporte como ese, buscad a un médico de cabecera, o un especialista de la salud que corrobore esa necesidad. Y yo con todo mi amor haré entrega de esa silla y de un gran abrazo por parte de mi mujer, porque con amor, constancia, aún podemos seguir siendo humanos.
Muchas gracias, de parte de mi bichito y de mí mismo.
Lo conseguiremos amor mío. Conseguiremos hacer feliz a alguien como tú lo fuiste.