cuaderno de bitácora jueves ocho de mayo dos mil veinticinco

Hola vida mía. 

Antes empecé hablando de la experiencia de hoy sobre mi soledad , y lo insignificante que me he sentido en un momento determinado. Después de que se me pasara el ataque de ansiedad que tuve decidí que era importante para mí aprovechar el camino de vuelta para analizarme, analizar lo que me rodeaba, y hacerme una serie de preguntas que estaba seguro me iban a doler responderme. 

Pero esta vez le eche valor, y como no me podía meter en la cama a hacerme un nudito y esconderme como un gusanito de seda, habrí el cajón de mierda.

Lo primero me retraje al inicio del año. Cuando empezamos dos mil veinticinco esa sensación que tengo, que me recorre el cuello y que me dice que se acerca la de la parca, se me presentó en el mismo momento de empezar el año. Es más, se me hacía amargo el pensamiento del carnaval de este año. 

Ya lo hemos hablado muchas veces, este maldito sentido sobre la vida y la muerte es algo que jamás me ha fallado, porque cuando miro a esa persona de repente el brillo de los ojos le desaparece, y ahí viene el calambre que me sube por el cuello. 

Me ha pasado muchas veces en la vida, alguien habla conmigo de repente le miro a la cara, veo ese vacío en los ojos, noto el escalofrío y al poco tiempo la noticia. Lo que pasa es que esta vez yo no quería tener la razón.

De hecho fueron dos meses raros, porque mi necesidad de ti se había multiplicado varias veces. Hacía todo lo posible por acariciarte en cada momento , por olerte, por escucharte, te acariciaba continuamente, intentaba almacenar todo lo posible en mi disco duro del cerebro, porque sabía que esos eran los últimos retazos de besos, caricias, risas...

Yo no te dije nada aunque creo que también eras consciente de que algo iba a pasar. Con lo inteligente que eres no me extrañaría nada que hubieras  presentido mi miedo y mi desesperación al intentar acaparar cuantos más recuerdos mejor. 

Cuando empezó el carnaval ya se estaba fraguando el el ingreso. Yo sabía además si de sobra que no iba a ser un ingreso normal, recuerda que te lleve al hospital a lo máximo que daba el coche, conduciendo una mano mientras con la otra te sujetaba la tuya, y te apretaba dándote ánimos y pasándote toda mi energía para que intentaras aguantar. Yo también percibí el miedo que tenías en el agarre de tu mano sabía que estabas aterrada. 

 Pero aún así me intenté convencer a mí mismo que me había equivocado, y que sería otro ingreso como muchos de los que tuvimos anteriormente.

Todos los días que iba a verte a la vuelta me decía, ves? No eres infalible. Esta vez te has equivocado. Y empecé a sentirme algo aliviado. Además nos llegó la noticia de que  el departamento aquel que iba a operarte empezó a funcionar de nuevo y el leñazo de ilusión quiso hacerme pensar en un futuro diferente. 

De hecho empezaste a mejorar, empezamos a entrenar para coger fuerzas en las piernas aunque ya llevabas casi veintitantos días en la cama, pero  me olvidé de la mejoría que hay antes de la caída en vertical. 

Amor mío, empecé a atar los cabos cuando una de las veces que te dio un repunte importante, la neumóloga se quedó hablando con la doctora de planta en la puerta de la habitación, y aunque no se oía lo que decían los gestos y las miradas no auguraban nada bueno.
 
Pedí una segunda opinión o que sabía con certeza que en la primera era la acertada, pero necesitaba escucharlo. Necesitaba hacer esas preguntas que tantas veces había visto yo que se hacía para ver si las respuestas eran tan evasivas como fueron. En ese momento empecé yo con las fases de la aceptación primero ya lo había negado, segundo ya intenté negociar porque le pregunté que porcentaje teníamos de seguridad en el diagnóstico, y ella no se quiso mojar. Yo le dije que me conformaba con que tuviéramos un 25% de probabilidades de salir de eso, pero me dijo que lo importante es ser positivo. Y esa es la frase que se utiliza generalmente para salir corriendo de una situación incómoda cuando vistes una bata blanca

Lo que a mí me jode y mucho de verdad, (ya habíamos pasado por la negación, por la negociación, y ahora venía el enfado y la culpa) es que en casos como estos, en los que la clase médica lleva tres pasos por delante, me hubiera gustado escuchar como la letra Martínez Ares, ( no hemos podido hacer nada porque tiene mucha prisa es mejor asimilarlo y si puedo ayudarle a en algo...)
 Eso es humanidad. 
Es como debería de actuar todo médico, apartar por un segundo tu cargo, tu bata y ser simplemente una persona que habla con otra persona con el corazón de la mano. 
Quien no lo haya vivido a lo mejor nunca se da cuenta, quienes hemos sido perros viejos y hemos levantado bastantes cadáveres del suelo no nos cabe en la cabeza esa falta de humanidad.

Y ahora es cuando viene la aceptación 
Cuando vi los primeros gestos, (que se te perdía la cerveza por ahí y ya no leías) , te leía yo sainetes de los hermanos Álvarez Quintero, porque  sabía que te gustan mucho, y leerte,acariciarte, hacerte bromas, pasar por detrás para darte un besito, el estar allí contigo desde el primer momento hasta el último, contar cosas divertidas, recordarte cuando salíamos por ahí con el primitivo (que por cierto ahí está la foto colgada,) pues todo eso es un proceso que me enseñaron a hacer. Ahora se llaman cuidados paliativos, antes era hacer el acompañamiento a quien se iba. 
Y yo lo que de verdad tenía miedo era de que el niño no llegara a tiempo, porque sabía que lo único que te faltaba para irte feliz y plenamente tranquila era ver al niño por última vez. 

Pero camino era tan largo y tú aceleraste tanto que digo verás que al final la liamos...

Pues eres tan maravillosa y tan fuerte, que utilizaste lo poco que te quedaba de resistencia para aguantar. 

Yo cuando vi entrar al niño, aunque tú ya no podías hablar, esa maravillosa expresión de alegría, esa sonrisa, esa demostración de amor tan grande, cuando lo vi me hiciste sentir el hombre más orgulloso del mundo.
De repente amor mío te vi brillar, llámalo x llámalo aura, llamarlo como quieras pero brillaste. Se te iluminó toda la cara todo el cuerpo no como una bombilla si no como cuando la piel está sana y limpia y fresca, ese brillo que tiene? pues eso y de repente en aquella habitación solamente había amor.

Estabas tan feliz de ver al niño y de haber aguantado hasta el último momento, que tengo el convencimiento pleno, de que tú te fuiste siendo una de las personas más felices del mundo. Y yo me alegre muchísimo por ti, y le di gracias al karma por hacerme partícipe de presenciar algo tan hermoso. 

Te velamos como otras mil veces había hecho yo aquí en casa. En el silencio de la habitación había aparte de la pena evidente de que te marchabas, solo se respiraba paz.
 Cuando te pusieron la ayuda despertaste tres veces asustada, las tres veces te calmé con un beso en la frente, y te asustarías porque seguramente seguías intentando resistir. Eres la persona más fuerte que he visto nunca, con una resistencia digna de un dios del Olimpo. Pero ya no era necesario seguir luchando. Por eso fui a pedirles un pequeño extra, ya habías hecho suficiente. Era tu momento de relajarte y de dejarte llevar. Y seguro que aparte de Alejandro y tu madre por allí estaría  Bruno y probablemente mi padre.

Sé que te fuiste en buena compañía porque cuando soltaste el último restito de aire que te quedaba, yo sentí como  cambió la temperatura de la habitación. 
 El día catorce de marzo, a la una y cuarenta y nueve de la mañana fue el momento de tu última bocanada de aire. No se me olvidará en la vida


Sabes que llegará el momento en el que volvamos vibrar en la misma frecuencia verdad? y es probable que tengamos una vida nueva muy feliz juntos cuando el telón me cubra. 

Yo estoy bien, mi corazón está bien, lo único que no tengo bien es la cabeza pero eso ya te lo dijo mi padre y no hay devolución. 

Esto es el diálogo que yo he tenido a través de mi propia percepción mientras conducía de vuelta a casa. Mi cabeza ha reorganizado todo y ordenado cada una de las cosas que pasaron de manera cronológica. y con todo el  rigor posible. 

Simplemente tengo que bajar al pozo, ver que estoy solo, comprobar los daños que han quedado en la cabeza y saber que ahora camino solo.

 Pero que no me gusta y también lo sé.

Ahora mi cabeza está en calma, sé que me quedan muchas lágrimas que soltar porque cada lagrima es para mí un beso de amor, y no quiero dejar de llorar, porque no quiero dejar de sentir. 

De momento mi amor, respecto a lo que haré mañana, es otra conversación que tendré y como la decisión solamente la puedo tomar yo, tomaré la decisión que me haga feliz. Y no otra.


De momento he decidido y creo que es un acierto por mi parte que cuando llegue el colgante además de la pulsera, ya llevaré suficiente esencia de ti sin necesidad de ir de un lado a otro con la urna. Primero porque sé que si quieres ver a través de mis ojos puedes hacerlo, segundo porque sé que aunque en aquel momento nuestra conexión en este plano y en esta frecuencia se cortó, sé que tú has trascendido a otro plano probablemente mejor que este. 

Tranquila confía en mí. Esta vez lo vamos a hacer bien. Esta vez lo estoy haciendo bien.

La semana que viene o para allá me iré unos días aunque en un principio no me apetece, pero tengo que encontrarme a mí mismo.

No voy a dejar de escribirte porque el cuaderno de bitácora no sé si será posible que trascienda también, porque no deja de ser también frecuencias y a lo mejor tú puedes leerlo allí . Yo lo sabré cuando me toque trascender a mi.


Te quiero mucho mucho muchísimo amor mío, y seguiré hablando contigo todos los días de mi vida, aunque termine en la habitación acolchada.

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