cuaderno de bitácora miércoles 30 de abril del 2025
Hoy es un día de los de perder el tiempo. No he tenido ganas ilusión por hacer nada.
La depresión a veces gana, y otras veces las sometemos bajo un estricto control farmacológico. Hoy ha sido así.
No he pensado en nada que no fuese escaparme contigo, a vivir esa aventura que tengo en mente. Pero aún hay cosas en las que tengo la necesidad de esperar a que se solventen.
Si no, ya a estas horas tú y yo estábamos camino de cualquier parte, sin importar en qué dirección haber salido.
.
Hoy llevo todo el día aquí contigo. Acostado como una marsopa en medio de un una roca caliente.
No he tenido ganas de salir, y también puede ser que todo este mamoneo de fiestas y días de descanso de la gente, me tenga un poco trabucado. Me confieso más triste de lo normal, aunque por lo que puedo leer, una consecuencia de lo que es la depresión por pérdida de un ser querido, la tristeza la culpabilidad, algunos piensan que no son síntomas normales de una reacción así. Al parecer la desidia, la falta de ganas y de vivir, es lo único que me podría enmarcar dentro de una pérdida de ese tipo.
Pero que sabrán los psiquiatras? Durante años fui a una, que al final acabó diciéndome que mi problema esre que me había acomodado a la situación. Venía a decir que yo vivía felizmente dentro de tu sufrimiento. Como si tú fueras un barbo en una pescadería.
No llego a comprender porque la falta de empatía y de amor, es algo que siempre esté en un valor de desacuerdo.
Yo no podía amarte, porque era tu cuidador. No podía amarte porque tenías doce años más que yo, no podía amarte porque las circunstancias nos obligaban a vivir de una manera compleja. No podía amarte porque te morías. Qué coño sabrán los psiquiatras del amor?
Una vez recuerdo cuando ya te habíamos sacado de aquella casa llena de odio, y vivías entre amigos, salvo mi madre para la cual siempre fuiste una chacha,.
Recuerdo que habíamos estado hablando sobre los valores humanos, de cómo una persona era capaz de absorber a otra persona por el mero hecho de haberlo sabido utilizar durante años, y yo intentaba demostrarte que dentro de esa persona sumisa siempre hubo una gran guerrillera.
Tú me explicaste e intentaste demostrar con un montón de palabras como te sentías, lo ni ninguneada que te encontrabas, la falta de capacidad humana y de raciocinio que él era capaz de conseguir a causa del terror que te infundía.
Me hablaste como víctima, no como persona.
A mí se me encendió la bombilla y pensé, si el terror es lo que te provoca el colapso, yo voy a enseñarte que el terror, también puede enseñarte el camino de la libertad.
Fue un poco dramático lo sé, te pido perdón porque sé que te hice pasar muy mal rato, pero dentro de mí tenía el control de hasta dónde y cómo podría someterte a un terror suave pero inexplicable y rápido, y enseñarte a como tú podías hacerte con las riendas de la situación.
Yo siempre he sido un hombre mucho más grande que tú. Mi fuerza muscular estaba por encima de la fuerza de muscular de muchas personas y sin embargo, y aunque mis conocimientos también de defensa personal eran avanzados en aquella época, decidí enseñarte una lección sin necesidad de prepararte y tanta explicación de haga usted esto haga usted lo otro. Estabas preparada para aquella elección, y yo decidí darte la porque necesitabas saber la verdad.
Cuando terminé de hablar contigo, so pese la situación de control en la que estábamos.
Porque estábamos dentro de la casa de mi padre, era el patio trasero ante lo cual era la última habitación, y eso en ti proporcionó ese último resquicio de lugar recóndito donde poder esconderte de aquel maldito despojo humano.
Te hice tres preguntas.
Si en primera situación te hubieras encontrado con él cara a cara, y hubiera reaccionado de una manera determinada tú como habrías actuado?
En aquel momento me acerqué a ti, ocupé tu espacio vital ,te cogí del cuello, bien sabe Dios sin hacer daño y sin quererlo, y te pegué a la pared evitando cualquier tipo de movilidad por tu parte. Recordemos que yo era una persona que pesaba más del doble que tú por lo tanto era muy difícil para ti zafarte de una situación como aquella. Además estaba la sorpresa.
La siguiente pregunta fue,.
En una situación como esa cuánto valor le tienes a tu vida y cuanto puedes arriesgar para poder salir de esa situación.
Te expliqué que no había nadie alrededor y nadie iba a hacer nada por ayudarte. Solo tú disponías de tus armas y de inteligencia suficiente como para poder salir de aquel embrollo.
Todo eso sometida al caos de no dejarte de pensar.
Y mi tercera pregunta fue,.
Merece la pena luchar por sobrevivir en una situación como ésta? Que se puede repetir todos los días y te deja a la altura de cualquier animal maltratado, cuando ni siquiera eres valorada como una persona?
Recuerdo como te cambió la imagen en la cara. Pasaste del miedo a un odio acérrimo. No era la agresión en sí. Era el maltrato psicológico que te hacía pasar, y aunque vi que eras muy capaz de aguantar cualquier tipo de dolor físico, no ibas a consentir que de nuevo se te tratará como una mierda, y te rebajarse a menos del valor de una persona.
Afloje la presión del cuello y te di un poco de libertad, para que tú misma tuvieras la posibilidad de defenderte. Evidentemente tus golpes eran bastante nimios puesto que yo era, como ya sabías, casi el doble que tú, pero fuí guiándote, y sin necesidad de grandes aspavientos esfuerzos sobre humanos oh las tonterías de las películas de artes marciales, te enseñé a hacerte dueña de un simple dedo. Un dedo que con todas tus fuerzas agarraste y moviste tal como dije y me apartó de ti con tal energía y fuerza, que si hubiera pesado menos probablemente hubiera terminado con mis huesos en el suelo. No contento con aquello te enseñé también el contraataque, que una veze visto por ti misma, con tu fuerza de mujer doblegada, dominaste a un reinocerronte enrabietado, e incluso pudiste dejarle ciego para los restos.
Mi siguiente lección fue huye de allí en cuanto tenga su oportunidad. Busca la seguridad de la Policía, del un centro de atención, de un bar, de una tienda de ropa, de un club deportivo, de tu Ayuntamiento.
Te costó asimilar aquella reacción y lo entiendo. Nunca nadie te había enseñado a que el terror se podía dominar de una manera tan sumamente delicada y fácil, y aunque en ocasiones habíamos hablado de enseñarte defensa personal y algunas que otras prácticas para poderte defender,todo lo que se enseña como un juego se queda como un juego, y tiene que ser introducido dentro de el cerebro como si fuera parte real de una posibilidad de agresión o muerte real.
Yo me jugué tu amistad llevándote al límite, y juro por cada latido de mi corazón, que aquella prueba me dolió más a mí que a ti, y aunque salí orgulloso y dolorido, por ver como te pudiste zafar y desaparecer de mi ataque, (nada agradable por cierto), tuve varios días de incertidumbre al saber si querrías o no volver a confiar en mí.
Gracias a Dios siempre nos hemos acostado sin habernos enfadado, y si así hubiera sido, siempre nos tomábamos nuestro momento para aclarar las cosas.
Me pediste que no volviera a hacerlo, porque te hice enfrentarte al mayor de tus terrores, y así lo he respetado hasta el día de hoy.
También me agradeciste la la lección, que valió más por porque nadie me la había pedido y porque saco de ti esa fuerza de voluntad que hacía años que pensabas escondida.
Hablamos largo y tendido sobre aquella situación, que no nos gustó a ninguno de los dos llegar a tener, pero que nos aportó a ambos creo yo, la certeza de que tú erar capaz de defender tu vida porque ya lo habías demostrado, y yo te demostré con certeza que siempre estaría a tu lado para ayudarte a que aquello fuera así.
Aunque con remordimientos dormimos, cuando nos levantamos éramos más amigos que nunca. Cuando nos hablamos, la confianza era ya tal que nunca jamás tuvimos que volver a hacer un experimento de aquellos. Yo confiaba en ti, tú en mí, y era confianza ciega.
Aquel hecho te enseñó una lección y a mi otra. Y nos acercó un paso más a lo que ha sido el mayor amor que hemos podido sentir.
Gracias por haber formado una familia conmigo. Gracias por los enormes esfuerzos que te supuso tener que buscar las habichuelas lejos de los que éramos tu familia. Gracias por tu esfuerzo sobrehumano para conseguir mantener unida a aquella familia.
Sobre todo muchas gracias por haber vivido el amor con y junto a aquella familia, cuando apenas éramos un hombre y una mujer pegados a dos peludos.
Te quiero amor mío.