cuaderno de bitácora sábado 10 de mayo 2025

Hola amor mío. Ya estoy aquí. Y he llegado.

He tenido que dejar de pintar porque me ha entrado ese pellizco, que me ablanda y me deja totalmente abatido. Todo iba bien pero de repente un tono de color un recuerdo la rosa de tu tatuaje, las flores de cerezo del otro, y recordé aquellas tardes que se hacían noches mientras aguantabas el dolor, y yo me esperaba en dejarte lo mejor posible. 

Al final fue casi un sello tuyo particular porque todas las enfermeras te recordaron por aquel tatuaje. Lo que pasaste tú para poder tapar toda aquella cicatriz, la de horas que nos pegamos. Te acuerdas? 

Y aquel fue el último que hice, contigo colgué las máquinas. Y me alegro tanto que te sintieras tan bien con esos tatuajes que decían tanto de ti, el orgullosa que te sentías cuando decías me los ha hecho mi marido. Era para comerte a besos. 

Debería de haber dejado el cuaderno de bitácoras hasta que me hubieran hecho efecto un poco las pastillas, porque este maldito nudo en la garganta no me deja ni hablar, pero no le puedo hacer nada es espontáneo. Tiene su propia vida y su propia forma de actuar. Hoy has visto desde luego que el día no ha sido uno de los mejores a nivel anímico, nadie dijo que fuera fácil verdad? 

Va pasando el tiempo pero en mi ventana, siguen dando por culo los gritos de los de arriba, hoy ha sido un día de lluvia, y no hay nada más que contar. Los días pasan unas veces bien y otras veces es mentira. Siempre intento buscar algo positivo incluso en el peor de los momentos pero, a veces lo único positivo es que, el peso de esta losa que llevo en el pecho puede que un día acabe por aplastarme el esternón. Pero ese día no me enteraré seguramente. 

Hoy mi cabeza no ha querido darme tregua, y aunque he estado haciendo el vago el mayor momento del día, solo tuve la suerte de que me dejó seco durante unos minutos. El tiempo es suficiente para que el insufrible monstruo de ahí arriba empezó a gritar y a patarear como un puto poseído. Y es que no puede ser. O consumen grandes cantidades de azúcar y el crío además tiene un punto de tarado, o realmente nosotros no sabíamos educar a los niños si es como se tiene que hacer ahora a base de gritos. 

La verdad que me molestó despertarme porque sabía que si no conseguía desconectarme, hoy ganaría la incertidumbre, y la pena. Porque hay días que te levantas predispuesto a que todo te sepa amargo, ya no encontrarle el lado positivo a nada. Hay días así de apatía total. Suelen venir acompañados de tristeza de hastío, y suelen durar demasiadas horas muchas más que veinticuatro. 

Se me ha jodido la batería del móvil, ya he pedido el recambio para poder cambiarla lo antes posible, y me ha recordado que se me hace difícil seguir comprando cosas necesarias, ya no sé lo que es necesario y lo que no. Hace tiempo que no compro cosas para comer, primero porque sabes de sobra que solo me entran yogures. A veces el cuerpo necesita un poco de sodio y me lo pide a base de queso y unos piquitos pero por lo demás con los yogures estoy totalmente cubierto. 

Ya he conseguido llegar a bajar de ciento veinte y ya estoy en 117-118. Pero se hace lento verdad?  Cuando vaya a ver a Ana el miércoles, me tomaré un par de relajantes antes de bajar, porque será día 14 y habrá pasado otro mes. Pero tengo que estar muy pendiente de lo que tengo que hablar con ella, porque no quiero que se me quede cosas en el tintero, así qué haremos lo mismo que cuando íbamos a ver a Fermín, anotarlo todo y punto por punto intentar aclarar todos los términos tanto los que quiero hablar como los que necesito hablar. 

Serán dos días difíciles porque tú sabes que el 13 era el cumpleaños de mi padre, que si está contigo dale un enorme abrazo, y recuérdale aquella tonadilla que decía que no hay mejor amigo que el Padre mío, pues a ti y para mí. 


Ha dejado que pensar en el mañana ni, quería llevarte a Cádiz, de hecho era el plan después de hablar con Ana hacer la turné por fin de el final de la obra, y recorrer distintos puntos donde probablemente llore por ti y contigo. Y la gente me mirará raro evidentemente, pero es una putada lo del tema del aparcamiento de Cádiz. Así que supongo que me lo plantearé de manera de poder dejar el coche era algún camping, que tenga servicio de autobuses, y quiero recorrer la plaza de el teatro falla, sentarme en la escalinata de la facultad de medicina, tocar los ladrillos colorados, y quién sabe si no tendré la suerte de cruzarme con algunos de los muchos que nos gustan y adoramos. No me pidas que les pida autógrafos por favor te lo pido. Porque acabaría con el moco colgando, y en Cádiz son muy hijos de puta, y me pondría en el bote del moco colgante en tres cuartos de segundo. 

Me daré un paseo en tu honor y contigo por la caleta, y es probable que me vaya a ver algún brujito, a pedirle consejo. Es el pensamiento que tengo de hacer más claro, evidentemente lo haremos muy barato, porque si tengo que desempeñar a el papel de pagador si el momento lo requiere, y mis cenizas me lo permiten, quisiera marchar sin deberle nada a nadie. 

Al menos de manera económica, porque en un agradecimiento, tengo miles de personas a las que agradecer una décima parte de su tiempo. Todos han aportado una décima parte de su tiempo y eso es de agradecer. Una vez que pase por Cádiz pues sinceramente no sé qué hacer. Por un lado me gustaría ir a Toledo y despedirme, porque se lo merecen merecen una explicación en primera persona. No creo que lo entiendan son personas acostumbradas a empujar hacia adelante, lo llevan en el ADN y sin embargo yo hace tiempo que deje de pensar en caminar hacia adelante, sino en dar círculos, pararme de vez en cuando a observar, comprender un poco más lo que me rodea, hacerme acompañar de la vida que se detiene, mientras me aparto de la vida que no para. 

No creo aunque tengo más claro el cerebro y la Epifanía que tuve ayer y antes ayer, me dejaron ver cómo es Matrix, yo no soy Neo, ni tampoco quiero serlo. Ahora me siento más cerca del pensamiento que tenía con 25 años que con el que debería de tener a los 55. Ahora muchas de las palabras que leía y escuchaba sobre el Tao te King, de Lao Tze, han cobrado su verdadero significado, pero para poder verlo he tenido que despojarme de todo. 

La revelación que tuve además de manera desaforada fue como conseguir solucionar el más difícil de los rompecabezas. Siempre he sabido lo que buscaba desde joven. Y nunca fue lo que viví. Siempre hice lo que hice por un motivo, y aprendí tanto de la salud como del dolor para prepararme para mi misión en esta vida que me ha tocado vivir. Curiosamente la vida que yo he decidido llevar me  la enseño mi tío Amador. Desde su pureza e inocencia, desde lo más profundo de un corazón puro y un alma totalmente incorrecta, me demostró que la palabra amor, a veces hay que decirla tantas veces, qué si no fuera así dolería en el alma tener que callar. Aquellas maravillosas tardes de diálogos de besugos que tanto me gustaban a mí y tanto le gustaban a él, es estar con él porque sí, y ese esar el conmigo para que yo pudiera aprender lo que era la humildad y el cariño más profundo. 

La abuela era el catalizador de una vida destinada única y exclusivamente a sufrir, y como catalizador que era transformada en amor todo el dolor que ella pobrecita mía, recibía de una vida injusta y un karma demasiado interesado en verla sufrir. Hoy en día los estudios han avanzado mucho con respecto  a los problemas mentales, y aunque para todo hay una etiqueta el padre de ese hijo no ve la etiqueta, pero si siente el amor. Y cuanto más amor, más dolor le acompaña. Y aunque son nombres y mujeres curtidos de los de antes duros como piedras, en la soledad del aislamiento y buscando un huequecito para no molestar, allí he visto soltar las lágrimas que la desesperación y la tristeza les hacía verter, por no poder hacer nada más que esperar al final, y encima con la culpabilidad de pedir que fuera rápido y cuanto antes, porque cuando un padre ve sufrir a un hijo, y los momentos mejores son los menos, entonces la vida tiene la importancia de lo que importa cada segundo en el que ese crío es feliz. 

Cuando estuvo a punto de morir, y lo metieron en la UCI, me llamo a través de esa conexión que teníamos y tenemos aún hoy en día. Amador te hubiera encantado porque vibraba igual que nosotros y también tenía un humor sarcástico muy cabrón. Y eso que no tenía más que un idioma propio y pequeño, pero se sabía hacer entender. 
Yo por aquel entonces ya estaba montando en las ambulancias y ya llevaba mis buenas dosis de perdidas humanas, de herida sangrantes, de lágrimas y desesperación. Y yo nunca conseguí aislarme por completo de la humanidad que hay que mostrar en una situación como esas. Siempre recargue algo, siempre me llevé algo, y siempre aporte todo el amor que pude. Cuando me llamó lo noté lo oí lo sentí igual que tú con tu Alex cuando él sabía que tú tenías que encontrarte con él. Es esa vibración que te acompaña desde siempre y que solamente actúa en momentos muy puntuales. Nadie sabe cómo funciona pero cuando funciona todo el mundo sabe que funciona. 

Pedí tres o cuatro días de asuntos propios y me fui en el primer tren que pude coger a sabiendas de que iba y volvería sin que nada malo hubiera ocurrido. Por supuesto los médicos ya pusieron el certificado de defunción por delante cuando ni siquiera eran capaces de entenderle.
Recuerdo que el hospital donde se organizó aquello era pues un hospital de los que hizo Franco, una maravilla en sobriedad, un despilfarro azulejos verdes, y una maldita obligación de llevar copia para todas las enfermeras mientras los médicos se iban con su marlboro al bolsillo. 

Cuando llegué de la estación no dije nada a nadie directamente me acerque al área de la UCI, que no es como ahora más bien era una pecera en la que entraba la gente un ratito miraban por el cristal y luego se volvían a marchar. Los pacientes estaban siempre de espaldas a los visitantes, no sé si por quitar el morbo de ver a tu familiar entubado, o porque había necesidad de hacer más difícil el contacto entre la familia y la persona que permanecía a la espera de resultados. 
Recuerdo que entre en aquel pasillo y nadie me esperaba. Todos me miraron extraños porque ni siquiera sabía que iba a ir, para ellos yo seguía en el acuartelamiento, pero de la misma manera que me vieron entrar se apartaron de mí y me dejaron la ventana quedaba a la nuca de aquel alma maravillosa. 

Amador era una especie de ser de luz, que destacaba por encima de todos porque sabía lo que era el honor, sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal, tenía una percepción clarísima de todo lo que le rodeaba, pero estaba encerrado en un cerebro que no le permitía hablar o comunicarse como él necesitaba. Incluso se inventó su propio idioma porque las necesidades hacen que el ingenio llegue a un punto en el que hasta el más sabio es el más ignorante. Yo aprendí aquel idioma y solo yo lo sabía al cien. Todos más o menos intuían alguna palabra pero eran incapaces hermanos incluidos de mantener conversaciones serias y necesarias con Amador. Nadie podía aportarle ese momento de desahogo que todo ser humano necesita salvo yo, y cuando noté que me necesitaba no lo dude ni un segundo, sabía que tenía que hablar conmigo porque tenía algo que decirle a la gente y la gente no lo entendía. 

Cuando entré me apoyé sobre el cristal no hice gesto ninguno, ni siquiera llamé total para que aquellos estaba insonorizado. Apoyé mi cabeza en el cristal y pensé ya me tienes aquí qué necesitas. Él levantó la cabeza como si me hubiera podido ir, y forzando la postura para poderme mirar porque estaba atado y entubado, haciendo un esfuerzo sobrehumano para retorcer la cabeza lo máximo posible, sus ojos y los míos conectaron y empezamos a vibrar en la misma frecuencia. Sonrío, y luego volvió a su posición natural. 
Las enfermeras no sabían que pasaba, todo el mundo se quedó callado ahí de momento. Yo me giré y le dije a mi abuela, de esta sale. No es un momento. Está agobiado necesita que le dejen libre y que le suelten las manos. Necesitas sentarse bambolearse mover sus manos como hace habitualmente porque ahora mismo es como si le picara todo el cuerpo nadie le deja rascarse. Le estáis haciendo sufrir, y él ahora mismo no tiene nada se encuentra perfectamente solamente ha sido uno de sus brotes. 

El médico no no quería ni siquiera hablar del tema, porque para él era peligroso que una persona así se pudiera descontrolar con la fuerza que tenía y hacer daño a las personas que estaban intentando ayudarle, fue entonces cuando mi tío tomó cartas en el asunto y dijo que quería el alta voluntaria para su hermano, que él se encargaba de todos los trámites necesarios y de llevárselo para casa y de lo malo malo lo que fuera a pasar qué pasará en casa. El médico evidentemente pues al verse las manos limpias dijo todo para ti que el problema es todo tuyo. 

Estuve dos días más con él fuimos para la casa estuve hablando con él tranquilamente mientras descansaba porque estaba muy cansado, me contó a su manera lo que había pasado y lo que le habían pinchado, y algunos le habría gritado seguramente por como lo decía, yo le prometí volver aunque fuera en el último momento porque yo estaba trabajando en ayudar a la gente, y él lo entendió. 
La siguiente vez que me llamaron fue varios meses más tarde,esta vez ya el avance de la enfermedad había sido bastante agresivo y era casi inviable que pudiera salir para adelante, cuando yo llegué me senté con él allí en la ventana y estuvimos horas callados, a
Yo lo acariciaba la mano y mientras él hacía lo propio con la mía. 
Tenía la mirada perdida de quién sabe que se va a ir, y aún así se giró me miró se rió y me llamó como él me llamaba Abié.
Luego volvió a sonreír y a mirar por la ventana y así nos despedimos. A mí se me terminó el permiso y tuve que volver al acuartelamiento. 

Sabía que era la última vez que lo vería con vida, y me escape para estar en su entierro. Había llovido y el cementerio es el típico cementerio de pueblo, yo cogí por la parte de su cabeza porque era la que más pesaba, y el camino estaba lleno de verdín era peligroso. Mi padre y mi tío ayudaron con los pies, y cuando la caja fue a entrar en el nicho, se quedó atascada y yo empecé a patinar, recuerdo apoyar mi hombro izquierdo para evitar que se cayera y con toda mi fuerza lo metí dentro con suavidad. Al levantarme del suelo se me había rasgado la gabardina de cuero que llevaba en aquel momento, con uno de los salientes del ataúd, yo lo tomé como un beso de despedida. Y así fue nunca lo repare lo marco si queriendo y lo llevé con orgullo con una cicatriz de amor. 

Yo ya sabía que lo que entregamos a la tierra era la carcasa vacía de un hombre maravilloso que cuando fui a caerme al suelo me dio una fuerza descomunal para poder ayudar a meter la caja ya que los demás no podían la posición en la que estaban. 

Terminado aquellos me di la vuelta y tal como él me dijo me fui sin mirar atrás porque el ya no estaba ahí. 
Tras terminar con aquel momento me acerqué a mi abuela y no tenía brillo en los ojos, ella pobre mía solo veía de un ojo el otro lo había perdido, pero que el ojo que siempre tenía el amor por delante ya no brillaba. 
Me abrace a ella la besé con todo el amor del mundo y le dije que la quería con todo mi corazón, que estuviera tranquila que la vida ya no era necesario pelear la más, y que ahora era el momento de descansar. Dos meses más tarde se fue feliz, porque para ella su tembor más grande, era morir antes que su hijo, porque entonces quien se iba a hacer cargo de él, yo yo fui el único que me ofrecí desinteresadamente aunque tuviera que estar predando con sus ataques, con sus epistasis, con sus enormes cambios de humor, yo y ninguno de sus hermanos. 

Por supuesto que me dolió! Soy un ser humano que tiene sentimientos y a lo peor es que encima soy un artista que los tiene a más flor de piel que cualquier otro tipo de persona. He ayudado a varias personas a pasar al otro lado. Vecinos ya muy mayores que los pobres míos no tenían ya más posibilidades que la última flema, he acompañado a muchas personas en la ambulancia altas horas de la mañana con su última sobredosis, y he disfrutado de su último momento de clarividencia, y me ha penado verle el miedo, el pánico de la muerte está tan reflejado dentro de su cara. 
He visto cosas muy difíciles de poder dijerir. Muertes inexplicables, muertes de niños, de bebés incluso, muertes violentas,, suicidios horribles, y muchos más accidentes de los que quisiera recordar. El uno particularmente estuvimos a punto de matarlos nosotros. Inexplicablemente no fue así. Pero no hay explicación no. 

Yo tenía vocación y amor por la gente. No me importaba limpiar un culo, hoy intentar convencer a un suicida que dejara de cortarse las venas delante de mí. Es recogido gente de la calle con comas etílicos tan apestosos, que uno llega a preguntarse como puede llegar a oler tan mal el cuerpo de una persona solo por el hecho de haber bebido tanto. 
Recogí el cuerpo de una amiga mía que se había tirado de un séptimo piso cayendo de una cuerda de tender a otra cuerda de tender y así una y otra y una y otra y no consiguió suicidarse. Y me culpo, y yo le di la razón. Jamás volvimos a vernos.

He vivido atentados de los más absurdos porque la política es absurda porque la muerte o en las heridas son absurdas cuando vienen de parte de una ideología. A nadie le doy la razón, porque yo he vivido las dos realidades, he recogido amigos que jugaron conmigo desde parvulitos, y que a una tierna edad de dieciséis años pegan una patada una caja como todos los chiquillos hacíamos, pero aquella vez la caja iba cargada. No me ha reconocido el SOC era bastante grande,es curioso como una situación de estrés como esa en la que una persona pierde las dos piernas pega tres vueltas de campana en el aire antes de caer sobre el coche todo estaba situada la caja, y yo solamente pude verle la cara y pensar cómo se ha despeinado tanto? Cómo puede ser que tenga la cara negra? 

En tubamos pusimos torniquetes, le metimos en el colchón de vacío, pusimos el collarín, y le conectamos a la máquina para controlarle los signos vitales, a mitad de camino hicimos un trasbordo a una ambulancia medicalizada mucho más preparada que la nuestra, todo salió a la perfección y él salió vivo, pero mientras volvíamos a la base no dejaba de pensar lo despeinado que iba, yo conocía a su madre y a su padre, eran trabajadores como los míos, no creo que tuviera ningún tipo de ideología política, simplemente era un chiquillo de dieciséis años con demasiada testosterona en el cuerpo. 

He atendido dos partos inminentes, dos de esos partos que cuando nosotros llegamos ya era casi necesario parar. Y dejadme que os cuente una cosa, un parto es lo más asqueroso de lo que he tenido que atender. Es de lo más descontrolado aunque todo se lleve a rescatable. Es la situación con más miedo a la que me pudiera haber enfrentado en todas las ocasiones en las que he tenido que meterme el lugar es bastante complejo, todo mi afán era que el cordón no estuviera donde no debía, y que respirara. Y sabéis una cosa? A veces los niños ya salen sonriendo y lo tienen ya todo hecho. Y te das cuenta de que tu preocupación es mucho más pero que verdaderamente era necesario. 
Pero no deja de ser un momento complicado. 

Mi primera intervención fue un éxitus. Palabra que se suele utilizar para no decir me topé con un muerto. Mi primera salida, y uno de esos primeros casos que uno anota más o menos en su propio cuaderno de bitácora como caso raro muerte Darwin. Profesora que sale a tomar su café en el momento del descanso de los alumnos, el centro cuenta con varias escaleras para poder acceder. Se cayó para atrás desde el cuarto escalón. Cuando nos llamaron ya había convulsionado y evidentemente no había signos de vida en ningún tipo. Ni siquiera con el test de meter los dedos en los ojos que era lo último que hacíamos ya de manera desesperada. No te di las manos por detrás de la nuca para ver el alcance de los daños y sabía fragmentado la zona occipital como si hubiera sido un cristal de Bohemia. Fue mi primera pero no la única vez que toque un cerebro humano, pero lo peor de todo es la espera.

Evidentemente el centro cerró los niños fueron recogidos por sus padres en lo alto de la escalera se hizo una especie de cordón policial para que no pudiera bajar nadie, y no el médico forense para hacer el levantamiento del cadáver y hacerlas fotografías necesarias, evidentemente nuestro informe se lo llevaron también anotado, pero estuvimos más de seis horas esperando con una mujer que tenía los pies a la altura del segundo escalón en un charco de sangre ya coagulada, y con un marido aquel pobre no le dejaron bajar para poder estar al lado de su mujer, porque estaba agotado por los médicos forenses la zona y hasta que ellos no terminaron no levantaron la prohibición de bajar. 

Cuando ya todo pasó nosotros ya habíamos cargado a la pobre mujer en la camilla para hacer su vida al ambulancia y hacerle el transporte obligatorio al hospital para la autopsia, recuerdo que por lo menos eran treinta y tantos escalones los que tuvimos que subir y aunque estábamos preparados y bien entrenados para ello no dejaba de ser difícil, cuando llegamos a la planta de arriba,el cuerpo cubierto con la manta y con la sábana para evitar percepciones de sangre, mire a mi alrededor buscándole al marido. El hombre se había quedado sentado allí en el acerado mirando hacia ninguna parte, estaba en shock y no reaccionaba. Supe de su nombre a través del carnet de identidad que me pasó el ertzaña que atendió a aquel momento, reaccionó cuando le puso la mano en un hombro y le llamé por su nombre. Me miró pero no me vio siquiera, no veía ya, le dije que quería que viniera conmigo el ambulancia acompañando a su mujer, porque la estaba esperando. Me salió así. 
Me acompañó caminando perdido, tuve que ayudarle a subir para que no se cayera,. Lo senté en el asiento destinado para mí que es el que está más cerca de la cara de las manos. El otro asiento está más atrás hasta la altura de los pies. Lo senté giré el asiento para que pueda estar más de cara a su mujer, ella evidentemente seguía cubierta y nosotros nos habíamos preocupado deben dar la zona para evitar que nadie pudiera levantar la manta en un momento dado, que había mucho morbo en esa situación es. Cuando le puso la correa para evitar que se pudiera caer el hombre, tome su mano, cogí la mano de su mujer que tenía un poco de sangre, la limpié conciencia con agua oxigenada, y una vez limpia se le ofrecía su marido, para que pudieran ir agarrados de la mano el camino que tenían hasta el hospital provincial. Y allí el hombre fue cuando empezó a llorar. Pero no era un llanto común, simplemente se le caían las lágrimas: 

En un caso así nosotros por cortesía solemos llevar la ambulancia sin señales sonoras y sin señales visuales, porque en un caso como ese nosotros nos convertimos en un vehículo de acompañamiento más que una ambulancia. 
Al llegar al hospital tome la mano de la mujer volvía a ponerla debajo de la manta solté al marido al que ayude a bajar con cuidado porque se tropezó por la corredera grande, y yo saqué el cuerpo de su mujer por la parte de atrás evidentemente. 
Hay un pequeño protocolo cuando se llega al hospital con un caso como estos, en el que ya hay un informe previo de lo que se va a no encontrar por lo tanto no hay ni carreras ni aparecen médicos ni celadores ni nada por el estilo, por el contrario se abre un box apartado con las cortinas en la que hay una camilla puesta y una luz así tenue y varias sillas alrededor. El médico que se va a encargar de darle la noticia al hombre y de intentar subsanarle los las dudas o los problemas que pudiera surgirle siempre se encontraba en la puerta era el que nos recibia. 

Nosotros entrábamos para adentro y cerramos las cortinas antes de que el marido entrase y mientras tanto el médico le atendía al marido para ver en qué estado de shock se encontraba, en ese momento pues nosotros lo que hacíamos era cogíamos nuestras mantas cogíamos cortábamos las vendas que cubrían la zona de la cabeza y al lado siempre había una a la cena con distintas mantas, en aquella época no había mantas de esas que parecen de aluminio eran mantas mantas. Entonces nosotros hagamos la la camilla de tijera, depositábamos el cuerpo de la mejor manera posible con los brazos ya colocados encima de del abdomen para para que no cayeran los brazos por fuera de la de la manta que darán un poco a cabro el tema y salíamos por la otra puerta. Cuando nosotros salíamos por la otra puerta era cuando el médico entraba con el marido y ya se encontraba con la mujer en este caso, con la profesora de cuerpo presente y de la mejor manera posible. Luego ya ahí era el médico el que bregaba con el marido de si quería el marido verle la cara optar para reconocerlo etcétera etcétera nosotros previamente ya la habíamos lavado lo que podíamos, mientras estábamos esperando al levantamiento del cadáver. Aseábamos la cara quitamos los restos de sangre intentamos tocar lo menos posible pero dejando el aspecto más humano posible de la persona claro. 
Eran otros tiempos 
Y esa fue mi primera salida 

Y teníamos un rito macabro dentro de lo que es la normalidad de una de un puesto de avanzadilla de accidentes, y era que debajo de la visera con típex nos pintamos un ataúd, como antiguamente los aviadores ponían pegatinas de los aviones que habían derribado. Al final de servicio militar había algunos que habían tenido que encontrar otros huecos pequeños por algunos lugares para poder hacer el dibujo de él ataúd. 
Eran tiempos difíciles, había mucho atentado, miedo, bombas, muertes inexplicables, a parte de el día a día de la vida. 

Y así aprendí a bregar con la enfermedad, con el accidente y el accidentado, a manejar ciertos medicamentos, aprender a tomar la tensión,, a utilizar un desfile vigilador, y sobre todo tener la humanidad. Lo más importante que aprendí fue que ante la debilidad de una situación descontrolada y que tiene que ver con la salud, la compañía y la empatía son las primeras herramientas que hay que utilizar siempre. 

A pesar de todo lo que he conocido, vivido, y la de montón de historias que he tenido en aquella ambulancia, creía haberme curtido en situaciones como esas, y había aprendido a mantener la paz y la tranquilidad pasar a lo que pasara. Hasta que muere tu mujer, o se te muere un hijo. 
Porque las muertes de los padres vienen ya presupuestadas, en el contrato de la vida. Pero la muerte de tu mujer hora de tu hijo o hija, para eso no hay preparación ninguna. Ahí dejas de ser racional. Y simplemente eres un ser humano con o sin raciocinio. 

Hoy el cuaderno de bitácora os ha mostrado más de lo que he hablado nunca. No te quedan traumas de aquello, porque es una detrás de otra y digamos que un trauma tapa a otro y tapa a otro y tapa otro hasta que llega algo gordo y entonces es un poco más complejo, pero no te olvidas de ninguna de las intervenciones a las que has ido. De ninguna. 

Una de las cosas que aprendí y que siempre llevo como norma es que en cualquier momento, por mucho que te escondas o por mucho que quieras correr, en cualquier momento en cualquier situación, la vida cambia de cien a cero más rápido de lo que uno quisiera. 
Amad cuanto podáis. Hacer sentir a las personas a las que amáis que son eternamente amadas, ser conscientes de aunque la discusión pudiera hacerlos enfadar durante un tiempo, teneis que ser consecuentes de que se enfrentamiento no tiene nada que ver con el amor que os tenéis. Y así debe de ser siempre. Porque no hay mayor culpabilidad que se pueda echar uno al hombro, que no haber dicho te amo cuando de verdad quiso hacerlo y ya no pudo. 

Gracias por leerme si es que lo has hecho. Gracias por ser un ser humano y por comportarte como tal. Procura que el karma te acompañe de lo mejor de las maneras haciendo que la gente sea feliz, aunque sea con una sonrisa. 
Gracias. 


Mi amor me voy a descansar ya, la medicación ha hecho efecto ya por fin pero acaban de llegar los cabrones estos aquí arriba. Me pondré los cascos voy a meditar durante un rato y ya después veremos. 
Te quiero mucho vida mía, que larga se me hace la vida sin ti, y que corta se me hizo los veintidós años que estuvimos juntos. Ojalá cuando nos volvamos a ver no tengamos límite de tiempo y podamos vivir o como se diga en esos lugares plenamente felices para la eternidad. Mañana seguiremos amor mío.

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