cuaderno de bitácora viernes 16 de mayo dos mil veinticinco.
Donde empieza el llanto empieza el dolor.
Hola amor mío.
Parece mentira que hace ya dos meses que me dejaste, y sigo teniendo la misma necesidad de ti, cada momento del día.
Hoy en el cuaderno cariño, te contaré que he intentado empezar la última aventura, de nuestra vida. He intentado por todos los medios que fuera de manera lo más normal posible, ni que aunque fuese un intento más de acercarme a ti y quemar las últimas naves, nos pudiera ayudar a ambos a estar más cerca a pesar de la distancia del mundo vivo al mundo en el que tú estás ahora.
Todo fue sin problemas hasta que llegue a aquel lugar donde nos tomamos de la mano, y por esa unión que siempre hemos tenido mental, nos dijimos que aquel iba a ser el último viaje físico que hiciéramos juntos.
Ambos sabíamos que aquel iba a ser tu último ingreso hospitalario, y aunque tuviéramos la certeza de que llegaría el momento desde hace años, reconozco que no estaba preparado. Y ahora más de dos meses más tarde, confieso que nunca he querido llegar a estar preparado para este momento. Porque como bien sabes mi intención es acompañarte siempre y para siempre.
Recuerdo hace años cuando nuestra vida era una vida más o menos normal, en la que vivíamos felizmente nosotros dos junto a los dos peludos más maravillosos que nos tocó en gracia. Bueno en realidad uno era maravilloso y el otro simplemente era el coronel. Menudos personajes estaban hechos! Durante aquellos años pasamos alguna que otra desgracia, alguna de importancia mayúscula. Y como todo en la vida pues nos afectó evidentemente, porque si algo hemos tenido tú y yo es una unión maravillosa, una amistad por encima de todo, un amor descomunal, y un sentido del respeto y de la protección que muy pocas personas han conseguido con sus parejas a lo largo de su vida.
Siempre vivimos los buenos y los malos momentos juntos. Incluso en los malos nos hemos conseguido reír, porque gracias a ese humor sarcástico, que ambos compartíamos, hemos hecho de los momentos más difíciles casi anécdotas graciosas. Pero debo de reconocer que ya no lo encuentro la gracia a nada. Que ya ni siquiera sarcasmo y el doble sentido me parecen divertidos. Y todo es porque no tengo con quien compartir mi sonrisas o mis chistes. Ya no tengo a quien contar aventuras, ni tengo maravillosas aventuras que escuchar. Y todo se hace cuesta arriba.
Hoy lo he intentado con todos mis fuerzas. Intenté empezar una aventura nueva, algo que pudiéramos recordar, o comentar cuando los cuervos me lleven volando hasta ti. Pero todos mis esfuerzos han sido inútiles y cuando he sentido el nuevo aquella mano tuya apretando con miedo, y sin miedo me mostrabas tú yo te tranquilizaba con más miedo aún. Llegué hasta el cruce donde la autovía se desvía en dirección al hospital, aquel que tantas veces visitamos y donde decidiste que era el mejor lugar para terminar la batalla.
En aquel mismo momento que pase por debajo del desvío, me sacudió de nuevo el mismo nerviosismo que se me presenta en los casos que se me vaticina el final de alguien, ya sabes a lo que me refiero. Mi maldito sexto sentido.
La ansiedad se adueñó de mí, ve derrumbé de todas las maneras. Física, psicológica, y anímicamente. En mi cabeza ya no había más que dolor, en mi pecho se formó esa maldita bola de espinas que se me agarra a la garganta haciéndome imposible hasta el respirar, y de repente lo que podía haber sido una maravillosa aventura, corta porque el lunes quería haber estado aquí para poder hablar con nuestro médico, acabó siendo simplemente una huida hacia atrás. Un correr en desbandada a la búsqueda de la protección de la cama.
Dos horas duró la aventura. Momentos más tarde me llegó aquel pedido que hice de juguetes para los perretes de la protectora, hubiera estado bien haber tenido una causa mayor por la que haber seguido camino aunque sea la protectora, pero se me hace imposible mirar tu asiento y no verte. Y no lo puedo hacer nada, porque si retomó más medicación para evitar la tristeza me será imposible incluso llegar a conducir. Ya la columna tiene su parte de culpa sobre eso, si encima le sumó una cantidad de barbitúricos pues puedo llegar a ser peligroso en la carretera. Y eso sí que no. Demasiados accidentes he visto demasiada gente he tenido que sacar de entre los hierros de sus coches para ser yo ahora la causa de un accidente.
Así que eso es todo lo que te puedo contar hoy viernes 16. Que soy un fraude como resiliente, y por lo visto poco he aprendido de ti. Tú que has sido la persona que más has luchado, resistido y peleado por tu hijo y por mí a lo largo de toda tu vida. Pues chica yo ha sido incapaz de absorber de un solo miligramo de esa resistencia. Es más desde que te fuiste mi debilidad ha ido creciendo poco a poco hasta hacerse ya casi insoportable.
He cogido y he puesto a este blog protección porque puede promover cierta manera que haya gente tan triste y tan sola como yo, que acabe tomando la misma determinación y no quiero ser yo que lidere nada de esto. Ni yo mismo y llego a entenderlo pero me puede el dolor de tu perdida tanto, que sigo sin querer levantarme mañana. Y qué poca gente lo entiende a chica! Y cuantas valoraciones tengo que escuchar a lo largo de los días! Y todos saben de todo y todos tienen su propia opinión!
Todos disfrazan de una falsa complacencia, bajo el discurso del te entiendo, con la tonadilla de pero no comparto. Nadie pide que compartas mi dolor porque es mío. Ni yo tengo la culpa de amar tanto a mi mujer como para no querer vivir sin ella. No me hagas la víctima ni me hagas el culpable. Yo era feliz. Era sumamente feliz. Cada risa, cada caricia, cada beso, me llegaba a el corazón y me hacía feliz hasta casi la perfección.
Así que supongo que lo que me toca es sufrir en el mismo grado, con la misma intensidad y el mismo ímpetu que ame.
Lo tengo asumido, pero no lo comparto. Si no respetas mi decisión de terminar con mi sufrimiento, a mi manera, por lo difícil como todo lo que he hecho en mi vida, entonces no es necesario que sigas leyéndome. Yo voy a seguir igual. La inanición es mi ruleta rusa. Que duró ocho meses? Nadie dijo que esto fuera fácil. Y esto no es cuestión de ser un mártir ni es cuestión de hacerse el penitas. Este es el resultado de una persona adulta que ha tomado una determinación con todas sus consecuencias. Y la determinación es seguir al amor de mi vida aunque la consecuencia sea tener que dejar detrás esta carcasa maltrecha y dolorida.
Perdóname amor mío pero no he podido. A estas horas deberíamos de estar hablando como aquí, pero bajo la luz de las estrellas en cualquier lugar apartado del mundo.
Pero hoy no va a ser, porque ya no tengo fuerzas para seguir peleando. Buscaré durante la semana de nuevo con esfuerzo algún momento de inspiración para salir y hacer por intentarlo de nuevo. Pero no te prometo nada, porque la vida no me ofrece nada que me interese que te marchaste. Y no es mi interés seguir perdiendo el tiempo mucho más.
Te quiero mi amor. Te quiero con locura. Te añoro más cada día, y no hay ni un solo momento que no piense en ti.
Un beso en mi vida.