gracias por todo_ Cuaderno de Bitácora
Estoy desde las 8,00 esperando a que me toque mi cita de las 12 15 en el tribunal médico. Tras recorrer más de cien kilómetros y esperar más de siete años.
Tengo claro que desde que organicé mi partida definitiva, hay muchas personas que están volcándose para que yo tenga una segunda oportunidad, o tercera, o vaya usted a saber.
Yo lo único que he podido hacer en el tribunal médico es decir la verdad. No como aquellos abogados de la mutua que se inventaron patrañas y falsedades, para conseguir que un empresario con material defectuoso, que causa un accidente grave a uno de sus trabajadores, salga además de indemne de cualquier tipo de pago o pena, sino que además con sus artimañas sean capaces de pisar la moral, la vida y la verdad, de un simple trabajador aportaba ese momento.
Tengo claro que gracias a los dioses, al karma, o cualquier poder cósmico, que de entre trescientos abogados del mismo porte y la misma, basura moral, hay más de un millón de personas de buen corazón, que trabajan de verdad para el bienestar social.
Ojo! Yo no sé el veredicto de lo que ha transcurrido esta mañana. No sé si tengo o no tengo legalmente un grado de discapacidad x. Personalmente y en comentarios con personal sanitario, así debería de ser. Pero no me importa. Esto es una cosa de Justicia. Esto es un procedimiento para limpiar mi nombre. Esto es un reconocimiento a la lucha contra las hienas que llenan los juzgados, ganando con artimañas y ninguneando las consecuencias de empresarios sin escrúpulos, que mediante pago ganan juicios totalmente injustos.
Han pasado seis años desde que me dejaron tirado nunca mejor dicho. Seis años luchando contra las mentiras firmadas en papeles con membretes importantes, que no solamente me ponían en el entredicho mi palabra y el motivo de mi accidente, sino que además de darle a la empresa la posibilidad de salir indemne de un delito laboral, además de administrar material en malas condiciones para trabajos de alto riesgo, le han dado la potestad para poder seguir haciéndolo cuantas veces quiera.
Yo sufrí dos hernias lumbares, en la que una se resumió hasta ser una protusión, que me han afectado gravemente en la vida porque he perdido mucha movilidad y fuerza en mis piernas. Cosa que para mi profesión de electricista es necesaria. Pues no contentos con eso, y de quitarme la posibilidad de ganarme la vida con una profesión honrada, nos hicieron un gran daño personal, moral, y humano tanto a mi pareja como a mí a lo largo de estos años.
Yo salgo con la cabeza bien alta. Roto de tanto llorar porque al tener que explicar las causas, y el porqué yo no había percibido ningún tipo de beneficio económico desde el accidente, he tenido que poner el corazón encima de la mesa y explicar, como tuve que dedicar el resto de mi vida al cuidado, atención, y ayuda plena a la que fue mi pareja 22 años. Aquellas explicaciones me mataron, pero aquel dolor también empezó desde el día de mi accidente.
Había un contrato previo y entre mis necesidades eran la de salir urgentemente de aquel agujero infecto, que fue envenenando poco a poco a mi mujer.
Entre las cláusulas existía una moral, de las de palabra, de las que algunos todavía le dábamos un valor importante cuando hay un acuerdo entre dos personas. En aquellas cláusulas se hacía hincapié de la situación de mi compañera, y de cómo sería ayudada en caso de que ocurriera cualquier desavenencia durante mi contrato con la empresa.
Pues no solamente fue falso todo aquel argumento, sino que además desde la desvergüenza humana, dejaron a una persona incapacitada y sin posibilidades de ayuda, a un intento de supervivencia que no solamente le hizo mella grande en su salud, sino que además obligó a miembros sanitarios de buen corazón y profesionales del ámbito de la humanidad, a tomar cartas en el asunto e ingresarla en un estado deplorable. Abandonada como quien abandona una colilla en medio de la playa.
Ante aquello yo solamente pude pedir una alta voluntaria, aunque después de veintiséis días permanecía postrado en una cama en la cual todavía nadie se había dignado ni siquiera asearme tras un accidente laboral. Me pusieron dos muletas encima de la camilla, y falsearon el documento condicionandolo a que yo deambulaba perfectamente por todos los departamentos de la planta. Aún veo su sonrisas falsas al entregárme los papeles.
Aun siento el miedo que tenía entre bache y bache.Dolor y dolor al volver en aquella maldita ambulancia,, en pos de una realidad que solamente vivía a través del teléfono. Me aterraba a pensar lo que podría encontrarme.
El karma nos ayudó, haciendo que las dos ambulancias coincidieran en el mismo tiempo y lugar, y hubo un cruce de camillas que nos permitió podernos acariciar la mano, unos leves segundos. Y poderle transmitir toda mi fuerza y mi intención de cuidar de ella en cuanto tuviera la oportunidad de poder levantarme de la cama, aunque fuera arrastrando los dientes por el suelo.
Y así fue. A lo largo del mes que ella estuvo ingresada en el hospital, a mí se me sometieron a un montón de pruebas, tratamientos, se me forzó, se me hizo mucho daño, se me complicó la lesión en algo peor, pero yo todos los días fuera como fuera, con mis muletas y arrastrando los pies, todos los días me llegaba a verla, para darle ánimo, transmitirle amor, y luchar junto con ella.
Sí queridos! Hoy es un día en el que me acuerdo de mi abogado sin preparación, las risitas cómplices y los cuchicheos de la parte contraria, me acuerdo también de mis lágrimas de impotencia, y todo eso podría perdonarlo. Pero lo que no perdono son las lágrimas que le causasteis
a mi compañera por culpa de la situación.
La mala vida a la que le sometisteis, por ganar un juicio de todas todas amañado.
Y no perdonaré jamás a quienes con tantas buenas palabras, me ofrecieron la posibilidad de darle un futuro a quien más amaba, y tras el accidente, recorrieron los ciento cincuenta kilómetros a toda prisa, para hacer desaparecer las pruebas de lo que podría haber salido, en caso de haber habido una inspección.
Antes de ayer pasé por delante de la empresa esa, por la que no había vuelto a pasar desde el momento crítico, y aunque me supongo que ya no habrá nadie de los que en su momento se alegraban de tenerme como un miembro activo de la empresa, y a la vez productivo, que aportaba frescura y nuevas ideas,... Me hubiera visto alegrado un poco, ya que el edificio estuviera ahora en ruinas.
No me hubiera devuelto a mi mujer. No me hubiera dado el beneficio de limpiar mi nombre, y éticamente me transformaría en el mismo monstruo que decidió mandar rápidamente a dos subalternos a recoger todo el material que pudiera incriminarles. Pero por un fragmento del tiempo me convertí en uno de ellos.
No volverá a pasar. Primero porque no volveré a pasar nunca más por esa calle. Segundo porque pase lo que pase y el dictamen que tengan de lo que haya salido en el tribunal médico de esta mañana, mi nombre está limpio. Mi accidente no fue fingido. Mis daños son reales y las máquinas a las que debemos tanto y que en su diagnóstico claramente mostraba el alcance de aquellos daños, ahora no tienen una firma de un comprado, de un ser inhumano, de alguien que como gentuza a trepado, hasta llegar a poder poner su nombre en cualquier falacia y mentira que aporte beneficio económico a su bolsillo en detrimento de la vida de los demás.
Os juro que no me importa si sale negativo! Porque yo ya he hecho lo que tenía que hacer que es defenderme yo mismo. Y esta vez no he necesitado gastar dinero en un abogado imberbe incapaz ,si quiera de contrarrestar cualquiera de las miles de falacias que se dijeron en aquel juicio falso.
Yo ya me puedo morir tranquilo. Aunque sé que a ellos no les va a suponer absolutamente nada, y que su falta de ética laboral no va a ser condenada de ninguna de las maneras, quiero dejar constancia en este escrito, que clase de empresa es Electrobin, entidad dedicada a la elaboración transformación, reparación y recambio de estructuras eléctricas y de luminarias públicas, este que está aquí que en su día fue un trabajador de su plantilla, que lo dio todo incluso su salud para que su empresa tuviera más beneficios de los legalmente establecidos, ahorrándose desplazamientos de otros trabajadores y manutenciones, haciendo el trabajo de oficial de primera teniendo contrato oficial de segunda, aún habiendo acordado la subida salarial y de rango tras aquella obra. También hice de recepción de materiales, acopio de los mismos, y en más de una ocasión puente de enlace con la entidad que contrataba los servicios.
Yo me jugué mi integridad, mi salud, e incluso una multa por utilizar plataformas elevadoras sin compañeros de apoyo en tierra. Por utilizar escaleras de manos extensibles en lugares inaccesibles, sin ser el material correcto para realizar esas funciones y en esos lugares.
Yo me jugué mis horas de trabajo, haciendo inspecciones rutinarias fuera de mi horario, en post de que aquellos trabajos realizados funcionasen con toda la corrección posible. Incluso realicé obras de reparaciones que no estaban previstas porque de otra manera hubiera sido imposible que las luminarias funcionaran, ya que había fallos de estructuras y de instalaciones previas que no constaban en los planos.
Yo le dediqué mi tiempo e investigación para dejar en buen nombre a la empresa. Una sola persona cambió quinientas ochenta y nueve luminarias a distintos ámbitos alturas y con diferentes sistemas de instalación. Renové, repasé y cambié cuadros de luces totalmente obsoletos y en algunos casos peligrosos, que ni siquiera estaban en el estudio previo.
Yo dediqué horas tras las jornadas laborales a crear hojas de Excel, en las que dejar notificación clara y concisa de todos y cada uno de los cambios realizados a lo largo de cada uno de los días de trabajo. Aportando mis conocimientos y sin requerimiento por parte de la empresa, aunque sabía que eso agilizaba el proceso de las oficinas sobre mi proyecto.
Este como trabajador ha realizado funciones tanto en escaleras, plataformas, dentro de cuadros eléctricos, e inclusive tirado en el suelo trabajando en instalaciones soterradas.
Nunca hice denuncia del accidente, porque confiaba en la palabra de quien en aquel momento me pareció un hombre honorable. Evidentemente me equivoqué.
Hoy aquí termina realmente mi periplo con esta empresa. Definitivamente he perdido mucho por culpa de ella. El pago que he realizado para poder cumplir como empleado de la misma no solamente ha sido exagerado, sino que además ha sido mancillado en continuas burlas legales y alegales.
Hoy levanto la cabeza y pienso en la única persona que ha estado a la altura de todo este proceso. Pronto estaré con esa persona porque todo esto me ha cansado tanto, que es una gota más en mi decisión por dejar esta existencia amarga, y ahora a todas vistas innecesaria.
Gracias mi amor. Salga lo que salga en este proceso, levanto mi puño en tu honor y reconocimiento.
Gracias amor mío por estar ahí. Por creer siempre en mí.
Por aguantar mis desaires, mi amargura, y mi dolor por dejar de ser, no solo un profesional de la electricidad a la que verdaderamente dedicada con pasión mi vida, sino por tener que hacer frente a un hombre que se siente totalmente inútil e incapaz de volver a ser útil.
Gracias por abrazarme cuando el desconsuelo me llegaba. Por calmar mi cabeza cuando las ideas de la desesperación llegaban de manera desordenada. Gracias mi amor por compartir el dolor de esta injusticia. Gracias mi vida por ayudarme económicamente a poder seguir adelante, cuando ha sido totalmente imposible aportar ni un solo grano de arroz a esta casa.
Y sobre todo y que no se me olvide. Gracias a la marea blanca. A la verdadera vocación de ayuda y humanidad. Gracias a aquel médico de cabecera que no solamente fue sanitario sino amigo, Don Pepe Borrell, aquí tiene usted un amigo para lo que desee. Un agradecimiento enorme a alguien que se preocupó desde el primer momento en la enfermedad crónica de mi mujer, dándole un carácter humano y sacándola de la lista de los números para darle su propio nombre. Gracias doctor Cegoñino. Que aparte de ser una entidad superior en los estudios y tratamientos de la enfermedad de la EPOC, un grande entre los más grandes de la neumología a nivel internacional. Gracias también doctora Miranda, por hacerse cargo cuando tuvimos que desplazarnos a otro hospital. Que ahora usted llevando el departamento del doctor Cegoñino ensalza aún más su valor humano y profesional.
Gracias a todos y cada uno de los miembros sanitarios, que aportaron humanidad, cariño, sonrisas, y en definitiva más de lo que su deber como sanitarios debían dar.
Especial recuerdo y agradecimiento a las doctoras, enfermeras, enfermeros, auxiliares y celadores que nos acompañaron con cariño durante el último mes de existencia, de mi compañera, amiga, mujer, madre y la mejor persona que jamás una madre haya llegado a parir.
Mi eterno agradecimiento.